El castellano se ha convertido en la segunda lengua materna más hablada del mundo, según reveló el pasado noviembre la revista Ethnology. A pesar del dato, en el ámbito de la ciencia escasea la presencia de este idioma. Sólo el 0,3% de las investigaciones publicadas en revistas científicas está escrito en español, según datos del Índice de Citaciones Científicas (SCI, del inglés). Por ello, el V Congreso de la Lengua no ha querido dejar esta cuestión fuera de su programa.
«La historia de la humanidad tiene por centro la ciencia y la tecnología», afirma el miembro de la Academia de Ingeniería y de la Academia de Letras de Uruguay, y conferenciante del congreso, Juan Grompone. Según este experto, «en los siglos XVI y XVII el español era una lengua creadora en ciencia y tecnología debido a su dominio de los océanos y a la exploración de América». Sin embargo, «a medida que España dejó de ser vanguardia en ciencia, fue disminuyendo su creación de neologismos», añade.
Así, esta argumentación relaciona el bajo número de publicaciones en castellano con un escaso liderazgo de nuestro país en ciencia y tecnología. Sin embargo, entre 2000 y 2005 España se colocó en décima posición en la clasificación de producción científica internacional, según el SCI, con un 3,18% del total mundial.
El problema no proviene tanto de la producción, sino del idioma en el que se comunica. En 2006, el 93,5% de las investigaciones españolas se publicaron en inglés, dejando sólo un 6,5% de los artículos escritos en la lengua materna de los investigadores.
El lobby anglosajón
El peso del inglés en el ámbito científico ha provocado que este sea conocido como «el esperanto de la ciencia», según afirmó recientemente la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel. El motivo de esta hegemonía proviene del propio sistema, puesto que la gran mayoría de las revistas científicas de impacto sólo publica artículos escritos en inglés, lo que obliga a los investigadores a adaptarse a esta norma. La movilidad geográfica es habitual en ciencia, y es frecuente que en los laboratorios convivan investigadores de varias nacionalidades que emplean el inglés como lengua franca. Según la profesora del Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y coautora del libro El español, lengua para la ciencia y la tecnología, Verónica Vivanco, «los investigadores tienden a citar más a los autores angloparlantes».
Entre las causas de la devaluación del español en la ciencia se cita al propio ciudadano. «La sociedad es refractaria a la ciencia y la tecnología, es un problema de absoluta indiferencia», señala el ingeniero de la UPM Daniel Martín, coautor del libro antes citado. «Se produce más ciencia en Europa que en EEUU, pero su impacto en la sociedad es mucho menor», dice Vivanco. Los expertos coinciden en la necesidad de estimular los soportes de la ciencia en español para cambiar el panorama, ya que, según Martín, «un país sin ciencia es un país sin influencia».
«La historia de la humanidad tiene por centro la ciencia y la tecnología», afirma el miembro de la Academia de Ingeniería y de la Academia de Letras de Uruguay, y conferenciante del congreso, Juan Grompone. Según este experto, «en los siglos XVI y XVII el español era una lengua creadora en ciencia y tecnología debido a su dominio de los océanos y a la exploración de América». Sin embargo, «a medida que España dejó de ser vanguardia en ciencia, fue disminuyendo su creación de neologismos», añade.
Así, esta argumentación relaciona el bajo número de publicaciones en castellano con un escaso liderazgo de nuestro país en ciencia y tecnología. Sin embargo, entre 2000 y 2005 España se colocó en décima posición en la clasificación de producción científica internacional, según el SCI, con un 3,18% del total mundial.
El problema no proviene tanto de la producción, sino del idioma en el que se comunica. En 2006, el 93,5% de las investigaciones españolas se publicaron en inglés, dejando sólo un 6,5% de los artículos escritos en la lengua materna de los investigadores.
El lobby anglosajón
El peso del inglés en el ámbito científico ha provocado que este sea conocido como «el esperanto de la ciencia», según afirmó recientemente la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel. El motivo de esta hegemonía proviene del propio sistema, puesto que la gran mayoría de las revistas científicas de impacto sólo publica artículos escritos en inglés, lo que obliga a los investigadores a adaptarse a esta norma. La movilidad geográfica es habitual en ciencia, y es frecuente que en los laboratorios convivan investigadores de varias nacionalidades que emplean el inglés como lengua franca. Según la profesora del Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y coautora del libro El español, lengua para la ciencia y la tecnología, Verónica Vivanco, «los investigadores tienden a citar más a los autores angloparlantes».
Entre las causas de la devaluación del español en la ciencia se cita al propio ciudadano. «La sociedad es refractaria a la ciencia y la tecnología, es un problema de absoluta indiferencia», señala el ingeniero de la UPM Daniel Martín, coautor del libro antes citado. «Se produce más ciencia en Europa que en EEUU, pero su impacto en la sociedad es mucho menor», dice Vivanco. Los expertos coinciden en la necesidad de estimular los soportes de la ciencia en español para cambiar el panorama, ya que, según Martín, «un país sin ciencia es un país sin influencia».
Extraido da Página del Idioma Español
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